Cuando yo le conocí, Herrezuelo tenía 78 años y se encontraba al principio de su carrera artística. Como fundador y director del “boygroup” de cinco cabezas ”Vieja Trova Santiaguera” contribuía con su edad a una quinta parte de la edad completa del elenco. Sí señor: los chicos de la “Vieja Trova“ sumaban 400 años en total y aún bailaban coquetamente al ritmo del son cubano, esa música típica y tan ligera como limonada fresca. Fui su manager en los escenarios europeos. “Grupo de los retirados”, así les caracterizó de manera graciosa la prensa en Alemania, Austria, Bélgica, Suiza y Holanda. Yo admiraba su disciplina cuando pedían antes de irse a dormir un vasito de leche tibia en vez de un ron de siete años y me volví casi nostálgica ante tanta falta de vicio hasta que descubrí que no: aún había sobrevivido un vicio: ¡el coqueteo seguía existiendo! Tan solo bastaba que se acercase una joven bonita al escenario para que sus ancianos huesos volvieran a agitarse como si se rejuvenecieran ante la imagen fascinante de la belleza juvenil. Y así el casi ciego Herrezuelo se volvió aún más ciego para que la bella señorita le llevaba del brazo por los laberintos del backstage, y el bajista Arístóteles de 92 anos abría sus ojos normalmente medio cerrados, para guiñarle a la señorita y a Rey tampoco se le escapaba ninguna mujer a una distancia de 200 metros.
Aquél día gris de abril 2014 Rey se había anunciado con su séquito en el salón de La Galana. Como cada dos anos se encontraba de gira y había dado la noche anterior su apariencia como cantante principal en el show Bar at Buena Vista en Colonia. Yo había estado presente, tal vez por quincuagésima vez y me sentí conmovida a lágrimas cuando me dedicó aquel bolero inolvidable Dos Gardenias para ti, delante de 2000 espectadores en la Filarmónica toda agotada.
Lo esperábamos, a él, su esposa, su mánager de gira y su pianista en la Venloerstraße 213. Nuestras torcedoras cubanas Alicia, Silvia y Maykelin se habían arreglado como para la fiesta de los quince para su honor y Rey se sentó, desposando una mano con chulería sobre la empuñadura adornada de entarsias plateadas de su bastón de ébano negro, en nuestro legendario sofá chesterfield.
Su pianista entonó unos boleros, las torcedoras empezaban a agitar suavemente sus caderas y para celebrar el momento nos tomamos algún que otro traguito de ron. Canté para Rey la chanson francesa Les Feuilles Mortes, solamente para pasarle después discretamente el micro a Silvia, quién le sedujo a besitos y susurros a darnos una pequeña serenata. Y, casi increíble pero pura verdad: ¡ se puso a cantar por nosotras! Gozó, eso era obvio, de la atención de todas esas Galanas al rededor suyo, fue una tarde inolvidable. Después invitamos a él y los suyos a un restaurante italiano a comer pescado, sintiendo que probablemente iba a ser su última visita. Siete meses más tarde, en su ciudad natal Santiago de Cuba, justo cuando estaba haciendo sus maletas para unos conciertos en París, exhaló su último respiro. Era pocos meses después de cumplir los 97 anos. No lo olvidaremos nunca y nos sentimos orgullosas, que también al ser el Padrino oficial de LA GALANA siempre quedara a nuestro lado.
Comments