PSe puede leer sobre un trozo de cartón: Annette Meisl, Estelí, minuciosamente escrito con caligrafía precisa. Un hombre pequeño y corpulento lleva el cartel con solemnidad delante de su pecho. Cuando me ve, se ilumina su mirada: “¿Es usted?“ José, el conductor de taxi, me recibe delante del pequeño edificio del aeropuerto de Managua. Viajamos por una Panamericana en perfecto estado, con una puesta de sol espectacular - desgraciadamente a mi espalda. José me comenta cada pueblo, cada casa, cada montaña. “Lo que huele tan penetrante es el matadero“, dice un tanto lacónico y subo la ventanilla. Vemos el primero de los 17 volcanes nicaragüenses, el cual se levanta como una pirámide negra en el colorido cielo del atardecer. José habla cariñosamente de “nuestros” volcanes y me hace pensar en el cuento del pequeño príncipe. La noche cae con velocidad inesperada, abro la ventanilla de nuevo y veo estrellas brillantes sobre un cielo negro, un olor intenso a pan recién salido del horno invade mis sentidos. “Este es el pueblo de los panaderos“ explica José. Y cuando me he llenado de ese aroma seductor me pongo un tanto filosófica: "Nos robamos a nosotros mismos las joyas más lindas de nuestro planeta, al aplastar el mundo con tanta luz artificial, pero vosotros sí aún lo podéis ver!" Vamos directo hacia la venus que se encuentra a poca altura sobre el horizonte como si fuese la luz de un faro y en las montañas negras voy confundiendo las luces de solitarias villas de lujo con el brillar de las estrellas: "Aquí los fabricantes de tabaco pasan sus fines de semana" me informa José, y ya llegamos a Estelí, atravesando la parte industrial, me indica una discoteca solitaria y un bar de cócteles cerrado, llegamos al centro, las verjas de los escaparates un domingo a las nueve de la noche ya llevan mucho rato bajadas: "La gente se prepara para la próxima semana de trabajo" dice José pensativo. Solo en la Plaza de la Catedral aún hay movimiento, aquí hay Wifi libre y la juventud se pasea con sus motos a coquetear y ligar de manera virtual y real. José me lleva a la Casa Hotel Elena, un hotelito sencillo de estilo colonial y me tumbo agotada y feliz sobre mi cama hasta que el gran ventilador del techo me hace entrar suavemente en los más profundos sueños.
La ciudad de los tabacos – Primeras impresiones
Actualizado: 4 ago 2020
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